La mejor fuerza policial que el dinero podía comprar. Roger Rogerson iba camino a la cima. Era el chico de oro. Recibió más condecoraciones y realizó más arrestos que cualquier otro oficial en la fuerza. Para ganarse una reputación así, tenías que tener tus contactos internos. A veces, incluso cruzar la línea. Es entonces cuando la distinción entre policía y criminal puede desdibujarse. Neddy Smith, uno de los criminales más notorios de Australia, se encontró haciendo compañía a los miembros de élite de la fuerza policial. De la noche a la mañana, un delincuente de poca monta con un lado cruel se convirtió en el cabecilla de un sindicato de crimen y drogas. Tenía luz verde. Era intocable. Michael Drury era un policía honesto en el lugar equivocado en el momento equivocado. Su crimen fue rechazar un soborno. El hombre que se lo ofreció fue Roger Rogerson. Decir que Drury se sorprendió sería quedarse corto. Pero pensó que ahí terminaría... Se equivocaba gravemente.