Para Edith, la vida es bastante buena. Lleva algunos años viuda, pero sus hijos viven cerca y la visitan con regularidad, y ella disfruta de las visitas diarias de Phil, un viejo novio que ahora vive al otro lado de la calle. Phil sueña con casarse con Edith y que ambos dejen todo y se muden al extranjero, al sol. Pero después de meses de rechazarlo, el feliz día en que Edith finalmente dice "sí", llaman a la puerta, y allí, en el umbral, con una gran maleta, está su hijo Roger, de 50 años. Anuncia que ha dejado a su esposa, a sus hijos y su buen trabajo en el banco, y ha vuelto a casa en un intento de recuperar su felicidad perdida. Y en un abrir y cerrar de ojos, para disgusto de Edith y furia de Phil, todos los sueños quedan en suspenso.